El padre Arthur Purcaro, agustino, convivió con el hoy Papa León XIV cuando era un joven sacerdote en Chulucanas (Piura). Ambos compartieron años de misión en el vicariato apostólico, donde desarrollaron una pastoral centrada en la comunidad, la espiritualidad agustiniana y la opción por los pobres.
Purcaro acogió a Robert Prevost en 1985 y lo acompañó en su formación pastoral. En ese entorno, Prevost adoptó un estilo de liderazgo basado en la participación, impulsando comunidades de base y llevando adelante la idea de que la Iglesia está inserta en la sociedad y está llamada también a trabajar por la transformación social.
Una Iglesia circular y fraterna
Durante su visita a Roma para la misa de inicio del pontificado de León XIV, el padre Purcaro reconoció en el Papa los mismos gestos y palabras que lo marcaron en Perú. “El sello sigue siendo el de Chulucanas”, afirmó.
El modelo pastoral impulsado en aquella época promovía una Iglesia circular, no piramidal. Se priorizaba la formación de laicos y la colaboración entre congregaciones. El territorio estaba dividido en 13 pueblos, y los agustinos compartían la labor con franciscanos y otras órdenes.
«Cuando lo vi hablar desde la logia de San Pedro, percibí el mismo contexto, que es en gran medida el espíritu del Concilio Vaticano II, en el que se basó nuestro plan pastoral. La idea era una Iglesia circular, en lugar de una iglesia piramidal», expresó el sacerdote Purcaro
El legado mantiene vigencia
Purcaro conserva aún el programa de formación y el plan de renovación pastoral escrito en Chulucanas. El objetivo era claro: una evangelización inculturada, con atención a las relaciones humanas y a la vida comunitaria.
Las palabras claves de ese modelo —unidad, comunión y participación— siguen presentes hoy, asegura el padre agustino. “El Papa habla de un Dios que es puente, y eso también lo vivimos en Chulucanas”, recuerda.