El proceso para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica se realiza a través del cónclave, una ceremonia que se lleva a cabo bajo estrictas normas de confidencialidad y tradición. Desde el momento en que los cardenales hacen un juramento de secreto absoluto hasta la aparición del humo blanco desde la chimenea de la Capilla Sixtina, cada etapa está regida por protocolos inalterables que pueden extenderse durante días o concluir en apenas unas horas.
Actualmente, el único método vigente para la elección papal es el escrutinio: una votación individual y secreta realizada por los cardenales. Los otros dos sistemas usados históricamente —la aclamación y el compromiso— han sido descartados.
Cada cardenal recibe una papeleta donde debe escribir el nombre de su candidato bajo la frase en latín Eligo in Summum Pontificem, que significa “elijo como sumo pontífice”. Luego, por orden de precedencia, los cardenales depositan su voto en un cáliz situado en el altar. Aunque la votación es confidencial, el conteo se realiza de manera pública y no se permite que un cardenal vote por sí mismo.
Para ser elegido papa, el candidato debe recibir el apoyo de dos tercios del total de votos emitidos. En caso de no alcanzar esa mayoría, se procede a nuevas rondas de votación durante el mismo día.
Cónclaves históricos: entre la rapidez y la prolongación
En la historia reciente, los cónclaves han tenido una duración breve. La elección del papa Francisco en 2013 se resolvió en apenas dos días, un tiempo similar al de la elección de Benedicto XVI en 2005. Por otro lado, el cónclave que eligió a Juan Pablo II en 1978 se extendió hasta la tercera jornada, con un total de ocho votaciones.
Según declaraciones recogidas por la agencia EFE, algunos cardenales estiman que el próximo cónclave también será ágil. El cardenal Raphael Sako, durante las congregaciones previas, expresó que espera una duración de dos a tres días.
El cónclave más largo registrado tuvo lugar entre 1268 y 1271 en la ciudad de Viterbo. Durante 33 meses, los cardenales no lograron alcanzar un consenso, debido a divisiones internas entre facciones. En un intento por acelerar el proceso, las autoridades locales los encerraron en el palacio papal y limitaron su alimentación a pan, agua y vino. Finalmente, se eligió al papa Gregorio X, quien instituyó formalmente el sistema de cónclave mediante la Constitución Ubi Periculum.
Por contraste, el cónclave más corto conocido tuvo una duración de apenas diez horas. Se celebró entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre de 1503, y concluyó con la elección del cardenal Giuliano della Rovere como papa Julio II.
Qué sucede después de la elección papal
Una vez alcanzada la elección del nuevo pontífice, se realiza una quema de las papeletas. Si el humo que sale por la chimenea es negro, significa que no se ha logrado un consenso. Si el humo es blanco, se confirma la elección de un nuevo papa.
Posteriormente, las campanas de la Basílica de San Pedro repican y el cardenal protodiácono aparece en el balcón central del templo para pronunciar el tradicional anuncio en latín: Habemus Papam (“Tenemos un papa”), señalando el inicio de un nuevo pontificado.