Cada 30 de agosto, la devoción hacia Santa Rosa de Lima, la primera santa de América, se celebra con gran fervor. Conocida por su vida de fe y dedicación, Santa Rosa también dejó un legado marcado por un trágico final. A lo largo de su vida, enfrentó con valentía una enfermedad que finalmente causó su muerte.
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La enfermedad que llevó a la santa a su fin
Durante los últimos tres años de su vida, Santa Rosa de Lima sufrió una enfermedad grave que afectó profundamente su salud. A pesar de los esfuerzos de los médicos de la época, su condición se deterioró progresivamente. En sus últimos tres meses, la santa se trasladó a la casa de Gonzalo de la Maza y María de Uzátegui, amigos cercanos, quienes se encargaron de cuidarla durante sus últimos días.
Santa Rosa, consciente de la gravedad de su enfermedad, incluso hizo premoniciones sobre su muerte. Le pidió a la señora Uzátegui que la asistiera en sus momentos de sufrimiento extremo, anticipando los dolores intensos y la sed insoportable que experimentaría.
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El deterioro de su salud y el desenlace
El 1 de agosto de 1617, la salud de Santa Rosa se deterioró rápidamente. Su sufrimiento y palidez sorprendieron a los médicos, quienes no pudieron aliviar sus dolores. A pesar de su intenso malestar, Rosa mostró una resignación profunda, expresando a su confesor que estaba sintiendo «todos los dolores de Jesús crucificado.»
Pocos días después, el 6 de agosto, Santa Rosa sufrió una hemiplejía, una parálisis progresiva. Su estado empeoró con la aparición de pulmonía y fiebre alta. Finalmente, el 24 de agosto de 1617, Santa Rosa de Lima falleció a los 31 años, víctima de tuberculosis. Su muerte ocurrió en las primeras horas del día de San Bartolomé, tal como ella misma había predicho en su biografía escrita por Leonardo Hansen.
La historia de Santa Rosa de Lima es un testimonio conmovedor de fe y sufrimiento, recordando a los fieles la vida de una mujer que vivió con profunda devoción y enfrentó su enfermedad con notable fortaleza.
