Cada tercer domingo de julio, el Perú celebra uno de sus platos más emblemáticos: el pollo a la brasa. Este platillo destaca por su piel crocante, carne jugosa y sabor característico, resultado de una receta que combina tradición, técnica y productos locales.
La preparación se remonta a la década de 1950, cuando se perfeccionó el método de cocción lenta con fuego de leña. El marinado incluye ingredientes como cerveza, limón y ajo, seguidos de un aderezo especial. Esta técnica ha traspasado fronteras y posiciona al pollo a la brasa como referente de la cocina peruana a nivel internacional.
Además de su sabor, el plato representa un símbolo de identidad cultural para millones de peruanos que lo consumen regularmente, tanto en el país como en el extranjero.
Acompañamientos y salsas que completan la experiencia
El pollo a la brasa suele servirse con papas fritas, elemento clave que elevan la experiencia del comensal. Además, e ají de pollería, en particular, ha sido reconocido por plataformas como TasteAtlas, que lo incluyó en su ranking de las mejores salsas del mundo.
Las papas utilizadas son de origen nacional, reforzando la presencia de productos peruanos en la receta. Por su parte, las bebidas típicas como chicha morada, jugo de maracuyá o limonada complementan el menú y reflejan la diversidad de la gastronomía peruana.
Durante este día conmemorativo, muchas pollerías incrementan sus ventas hasta en un 50 % debido al aumento de la demanda. La combinación de sabores, texturas y acompañamientos hace del pollo a la brasa uno de los platos más consumidos en el país.
Una tradición que fortalece el consumo local
Este plato no solo moviliza la economía de restaurantes y pollerías, también conecta a las familias peruanas con sus raíces gastronómicas. En diversas regiones del país se organizan celebraciones, promociones y actividades especiales para rendir homenaje al pollo a la brasa.
Más allá de ser un alimento, el plato representa una tradición viva que se transmite de generación en generación. Su sabor y arraigo cultural lo mantienen como protagonista indiscutible de la mesa peruana.
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